11 de octubre, entre risas, nubes y alguna gota de última hora, apareció radiante la novia subiendo con paso fuerte y seguro las espectaculares escaleras del restaurante El Cachirulo. Así dio comienzo la boda de Inma y David. Una boda viajera en la que no quedó nada al azar. A Inma y a David les encanta viajar. De hecho, han recorrido medio mundo, y precisamente, aprovechando esta pasión común por descubrir mundo, los viajes fueron el hilo conductor de la boda, haciendo pequeños guiños a otros gustos y a recuerdos de la niñez.
En la boda, no faltó detalle. Desde un puesto de limonada para recibir a los invitados, a una preciosa ceremonia llena de flores, velas, unas preciosas bolas austriacas como detalle de las sillas, o unas gigantescas coronas de flores colgando del techo del salón. En el jardín de El Cachirulo, un seatting plan con unas viejas maletas llenas de sabor y otros elementos vintage decoraban a la par que informaban a los invitados de la feliz pareja del lugar que deberían ocupar en el salón, decorado con mariposas en las copas y con pequeños jarrones de cristal con distintas flores y unos marcos dorados para informar del número de mesa a los comensales.
Y ya en el lugar del baile, no podía faltar un encantador cigar bar ambientado también en los viajes, además de una candy bar inspirada en una historia que nos contó Inma de su niñez, y el photocall viajero con ese tándem que les iba a llevar a comerse el mundo y que se iluminó al caer la noche para así irradiar felicidad en este camino que acaban de comenzar juntos.
¡Sed felices pareja!
Un seating plan perfecto para una boda viajera
Fotografías Inosolo